El viticultor realiza la poda de la vid para reducir la parte vegetativa de la vid, limitando de esta manera su crecimiento natural con el objetivo de mejorar su rendimiento y la calidad de las uvas.
En su estado natural la vid es una planta trepadora, cuyas ramas o sarmientos pueden alcanzar los 30 metros si se la deja crecer en libertad. Sin embargo el desarrollo frondoso de la vid no es proporcional a la producción de frutos. Esto se debe a que solo prosperan las yemas situadas en los extremos, ya que son las que reciben más savia.
En estado natural producen muchos racimos con uvas de poca calidad, de tamaño reducido, y difícilmente maduran. Por ello es importante realizar la poda de la vid, con esta técnica conseguimos reconducir a la planta para así conseguir un mejor rendimiento y unas uvas de gran calidad.
El objetivo de la poda de la vid es el de reducir la longitud y número de sarmientos, de esta manera conseguimos que la vid produzca menos racimos. Al tener menos racimos, la vid produce uvas de mayor calidad y grosor. Además, la poda alarga la vida de la vid y nos permite adaptar el tamaño de la planta al espacio donde se cultiva.
La palabra poda significa herida, y por ello es importante escoger el momento adecuado para realizarla. El corte o herida que se realiza a la vid queda expuesta, y puede ser la puerta de entrada a diversas enfermedades.
El momento más adecuado para realizar la poda de la vid es cuando la planta está en reposo, entre la caída de la hoja y antes de la brotación, es decir, durante el invierno.
Podemos distinguir dos tipos de poda en función de la edad de la vid.
Esta forma se realiza cuando la vid acaba de ser plantada y es joven. Con ella vamos a definir la forma y el tipo de crecimiento de la vid. En función del sistema de conducción escogido tenemos distintos tipos de poda de formación. Este tipo de poda se realiza en invierno y en primavera durante los primeros 4 años de la planta, y varía según el clima y la variedad.
Las podas de fructificación se realizan para mantener la forma de la vid, y para controlar su crecimiento. Se realiza para aumentar su calidad y rendimiento, así como para mejorar su resistencia a las plagas.
Con la reducción de los sarmientos y las yemas que brotan cada año, conseguimos que los racimos se beneficien de una mejor ventilación y una mayor insolación, disminuyendo las enfermedades y aumentando la calidad de la uva.
Durante el invierno cuando la planta se encuentra en estado vegetativo, se procede a eliminar los sarmientos de la temporada anterior, favoreciendo la regeneración de la vid. No se deben realizar con temperaturas bajo cero, ya que tardaría más en cicatrizar y podría sufrir con mayor facilidad enfermedades como la eutipiosis y la yesca. Además, con temperaturas muy bajas la madera se puede astillar impidiendo un corte limpio.
Se realiza a final de primavera si han crecido demasiados brotes, lo que diezmaría el rendimiento de la planta. Con esta poda que complementa a la de invierno se eliminan las yemas, los sarmientos verdes o pámpanos, así como las hojas sobrantes; de esta manera descargamos a la vid para obtener uvas de mejor calidad.
Los diversos sistemas de la poda de la vid dependen del sistema de conducción elegido para las vides, y estos están estrechamente vinculados a la exposición solar, los vientos, las temperaturas, el tipo de suelo, y las precipitaciones.
Con la poda se busca optimizar el espacio, así como garantizar que las vides estén expuestas al sol y bien aireadas. Con estas acciones se consigue crear un microclima en el conjunto de las vides para que mantengan un grado de humedad y temperatura equilibradas.
Entre los diferentes sistemas de poda tenemos la de vaso, la de espaldera, en cortina, en pergola, etc.
La poda se realiza a mano ya que es un trabajo preciso. Para realizarla se utiliza la tijera de podar que tiene forma de gancho, con una hoja de corte y otra sin filo. El mango es largo para hacer mejor palanca.
De entre todos los sistemas de poda, la más utilizada en España y la utilizada en las viñas que Bodegas Xaló utiliza para la elaboración de sus vinos, es la poda en vaso.
Se realiza en vides que no se cultivan en espalderas, es el sistema propio de las tierras de secano, y están al nivel del suelo. Es uno de los sistemas más antiguos y ofrece una exposición solar, lo que nos proporciona un alto rendimiento y una excelente maduración de las uvas. Al no necesitar estructuras de apoyo requiere de poco mantenimiento.
Su mayor defecto a nivel de producción es que ocupan más espacio ya que son más frondosas, y dificultan el paso de maquinaria entre las hileras.
La cabeza de la cepa no debe alcanzar mucha altura, más o menos unos 40 centímetros. Los chupones que parten del tronco de la cepa se cortan a ras, sin dejar ninguna yema que pueda brotar, los que van orientados hacia el interior del “vaso” también se eliminan.
Los sarmientos también se cortan a la altura deseada, dejando pitones de sarmientos muy cortos llamados pulgares. Los pulgares que componen el vaso tienen una longitud de 2 ojos, estos ojos son las futuras yemas. El corte es perpendicular al sarmiento, justo por debajo de la tercera yema.
Los pulgares de la cabeza de la cepa deben estar distribuidos uniformemente, a una distancia y altura parecida unos de otros, además deben de estar apuntando hacia arriba de manera que formen un vaso, dejando unos 5 o 6 pulgares con dos ojos cada uno. La forma es similar a los dedos de la mano apuntando hacia arriba sin juntar los dedos.
Cada año se cortan todos los sarmientos a excepción de los que provienen de los pulgares. De cada yema crece un nuevo sarmiento o rama, se les llama sarmiento cuando tienen un año. Normalmente se deja el de abajo para evitar que el cuerno crezca demasiado rápido, por lo que se corta de un solo corte el trozo del año anterior cerca del sarmiento de abajo. Estos dos sarmientos serán los que darán racimos el siguiente año.
Si la forma de vaso se ve amenazada al tener los brazos demasiado largos, estos se han de talar, pero para ello debe de existir un sarmiento cerca de la base del brazo, en donde se dejarán dos yemas, cortando el brazo lo más posible sin dañar la vid.
Además, cualquier rama que esté enferma o en mal estado, tendrá que ser podada. Los nuevos brotes que puedan cruzarse con las ramas principales y puedan tapar la luz y entorpecer el crecimiento también tendrán que ser podadas.
Este proceso nos permite reducir los sarmientos y yemas que brotan cada año, permitiendo que los racimos de las uvas obtengan una mayor cantidad de radiación solar, así como que tengan una mejor ventilación. De esta manera conseguimos una mejor calidad de uvas, así como fortalecemos a la vid de posibles enfermedades.
Si la poda se realiza antes de que la vid entre en reposo, impedimos que las hojas envíen a las partes leñosas todas sus reservas de carbohidratos, debilitando a la vid y a su futura producción.
Por otro lado, si realizamos la poda tras la brotación, lo que provocamos es eliminar parte de esas reservas que la planta ha movilizado a las zonas leñosas, lo que también debilita a la vid y retrasa su brotación. En ocasiones se realiza esta poda tardía para evitar daños que se podrían provocar por las heladas primaverales.
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